El rubio agitado y tu pecho clásico como
mujer eterna,tus marcas genéticas dejadas
en montoncitos presurosos al descubrimiento.
Tu interior; volcán humeante con lava y ceniza,
inentendible,vulgar; quizá, pero al fin manjar,
que solo engulle quien lo puede cazar y comerlo,
crudo y vulgar, listo y blando.
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